[octubre 11 – 24]
Bajada continua por 40km pero con piedras, grava suelta y aún lodo, pero el intenso frío va disminuyendo poco a poco. Llegamos a Kualai-Khom deseosos de una ducha e inesperadamente el pueblo nos premia con una botella de buen whisky.
El legendario Pamir
A la mañana siguiente emprendemos ruta a Khorog, nos tomará un par de días llegar y el pronóstico dice que el clima mejorará. Desde los primeros kilómetros podemos ver a Afganistán del otro lado del Río Panj, es curioso poder ver dicho país a tan pocos metros, recibiendo saludos y risas afganas.
Ya no hay nieve y aunque rodar con estos vientos es difícil, los paisajes compensan dicha actividad. Nos ha agarrado la noche, hemos de estar a unos 3° C pero queremos llegar a Rushan, el siguiente pueblo. El homestay al que llegamos resulta acogedor, es atendido por una viejecilla de buena cara, pero para mala fortuna de Emanuel el agua caliente se acabó; se hospedan también un par de médicos suizos que están haciendo labor social en un hospital, la plática durante la cena nos puede aproximar a la situación de extrema pobreza del país, los problemas políticos y el hecho de que el presidente lleva desde 1992 en el poder.
Día de lluvia, muchos kilómetros y finalmente estamos en Khorog: abastecimiento, día de pausa. Nos encontramos con varios viajeros que vienen de las montañas y otros que van. La ruta se bifurca pero decidimos seguir por la M41. Al parecer la siguiente semana habrá tormenta, ¡pero de sol!, después de varios consejos, risas y cervezas estamos emocionados por salir, propiamente empieza el Pamir.
Compramos cuatro pares de guantes y arrancamos esta soleada ruta al lado del Río Gunt, con sus orillas congeladas. Ahora si hace frío de verdad, hay noches de -20° C, tenemos claro que acampar en estas condiciones sería una tanto arriesgado, así que optamos por dejar de pedalear a las 4:00 PM y llegar a todas los homestays posibles, la popularidad de la ruta permite encontrar al menos uno cada 70km, y hace mucho más llevaderas las noches además de ofrecer desayunos nutritivos por unos cuantos somonis.
Nos han hablado maravillas de Jelondi y sus aguas termales, por una distracción se nos pasa la entrada a la aldea, son las las 5:30 PM y regresar 3km con el viento en contra nos acaba, nuestras manos están literalmente congeladas, no podemos siquiera cambiar las velocidades, apenas sentimos los dedos… damos con el primer lugar de las mentadas albercas termales, entramos intempestivamente a sumergir manos y pies.
El primer paso a 4,000 metros de altura resulta un reto, la subida es dura, la nieve y el hielo reaparecen, además el pavimento desaparece en su totalidad. Pero el hecho de estar en el Roof of the World nos da pila para seguir por estos caminos.
Lo hemos logrado, estamos en la meseta más alta del mundo, unos pastores nos acogen y nos salvan del frío de la noche bajo su techo con unos deliciosos panes recién horneados y te negro.
Llegamos a Alichur, es muy temprano y aún tenemos energías, después del almuerzo y de un fallido intento de abastecer nuestras provisiones continuamos unos 30km para darnos cuenta que el homestay marcado en el mapa está definitivamente cerrado. Son las 4:00 PM, el viento viene, se anunciaban -18° C a la noche.
No hay tiempo de discutir que hacer. Ponemos la tienda, la comida es limitada, cenamos una especie de palanqueta, el frío no da chance ni de leer, queremos dormir para poder olvidar estas temperaturas.
6 de la mañana, llevo esperando toda la noche que salga el sol para calentarme. Salgo a tomar unas fotos del amanecer, apenas puedo exponer y disparar el obturador, las bicis tienen un poco de nieve, todas nuestras botellas de agua están congeladas.
Recordamos que por fortuna unos viajeros nos regalaron un paquete de polenta y que tenemos unos noodles instantáneos: desayuno perfecto con una taza de café y unas gotas sobrantes de whisky, cuál si nos hubiera rescatado un San Bernardo.
Estamos en Murghab, la ciudad más grande del Pamir, aún así es una extraña aldea con tintes de abandono, la mayoría de la población es Kirguisa.
Aprovechamos para descansar y recapitular, ha sido un logro para nosotros llegar hasta acá.
Me siento satisfecho, he vivido el Pamir en estas condiciones tan duras, muchos locales dudaban de que pudiéramos llegar, hay mucho que celebrar, además el odómetro llegó a los 3000 kilómetros.
Podríamos seguir pedaleando hasta Osh, a 400km, aún faltan tres pasos a grandes alturas, pero hemos podido comprobar que muchos de los homestays están cerrados, la distancia entre los aún abiertos es demasiada para recorrer en estas fechas y no queremos más noches heladas. Por unanimidad decidimos tomar un jeep a Osh, rodar de ahí a Bishkek y posteriormente volar a tierras más cálidas.
Nos faltó el paso más alto: Ak-Baikal a 4,600 msnm; me parece bien dejar pendiente la cumbre, así tengo una razón más para volver a Tayikistán.