La inquietante y placentera espera.

Teherán — Sarakhs; y un montón de ciudades sin orden aparente. [agosto, 30 – septiembre 18]


Todo mundo me hace durmiendo en una granja, a medio bosque o en pleno desierto. La realidad es que pasamos más de quince días sin pedalear en forma, mi odómetro estuvo atorado en el kilómetro 826 por casi dos semanas.

Nuestra pausa comenzó el 30 de agosto, justo en el cumpleaños de Emanuel, amanecemos en un tradicional departamento en Teherán con unas mañanitas entonadas via internet por la familia Díaz situada a unos 12,000 km de distancia.

Siguiendo los pasos indicados por el consulado mexicano, tendremos que obtener en primer lugar la visa uzbeka y una vez lista aplicar a la de Turkmenistán, la más complicada. Entregamos los documentos para la de Uzbekistán que estará lista en 3 días.

Nos dirigimos al palacio del último Shah, derrocado por la revolución islámica en 1979; al gran Bazar de Tajrish y a varias mezquitas. Venimos con Alfonso, el embajador de México, su presencia nos ayuda a comprender mejor la historia de Irán, sus costumbres, su arquitectura y hasta sus alfombras; además me ha prestado un libro de Bernard Ollivier, un trotamundos francés, que recorrió caminando desde Turquía hasta Uzbekistán hace unos 18 años.

Más tarde y sin esperarlo, podemos brindar con mezcal por el cumpleañero en la residencia oficial, y por la noche unos amigos que hemos conocido nos ha invitado a una fiesta; por fin estamos en un Irán sin hijab, las chicas bailan con nosotros, algunos tocan la guitarra, compartimos cumbias y sones mexicanos. ¡Sorpresa un pastel!, que la cumpla feliz en Farsi, el vino y el arak corren por la casa, al parecer el alcohol no está tan desaparecido como creíamos. La fiesta acaba a las 2, aquí les gusta respetar a‌ los vecinos.

Vamos a Qazvin por un día, la ciudad tiene un encanto característico y tranquilidad, es bueno salir del caos de Teherán; me parece admirable la conservación de un Caravanserai, éstas eran antiguas construcciones de la ruta de la seda para albergar y dar reposo a los viajeros de esa época; ahora hay algunas restauradas con cafés, galerías y restaurantes. Resultan deliciosos los baklavas con colores iranís (los mejores que he probado) y aprovechamos para probar la leche de camello o más bien de camella.

La primera visa está lista, llegamos rayando a a la segunda embajada: Turkmenistán, todos los papeles en orden pero al parecer no hay manera de que el proceso tome menos de 10 días y aún así la respuesta es incierta. Más días libres: Visitas locales, palacios, unos días en metro, otros en bici y otros en snap (el Uber persa). Me cuesta aceptar que el biciviaje esté detenido y no poder hacer nada para acelerar los trámites.

Se está preparando la fiesta nacional de Independencia, faltan 5 días y Alfonso nos ha dado varias tareas: curar la exhibición gráfica, en la embajada encontramos una colección de fotografías de Tina Modotti y además he aprovechado para pedir a mi buen amigo Fer Espinosa de Los Monteros que me mande varias de sus increíbles fotos de la Ciudad de México para incluirlas en la exposición.

Un par de días de montaje, impresión, traducción; a Emanuel además de ensayar un par de canciones (pues cantará el día del evento), le ha tocado colaborar en el lado gastronómico a lado del chef de la embajada.

El día llegó, diplomáticos de todo el mundo, mexicanos que viven en Irán y más. Nos toca entonar el himno, Viva México, la campana de independencia suena en Teherán.

La voz de Emanuel, éxito total; complementan la presentación musical, voces armenias e iranís, con versiones alternas de Amapola y Bésame Mucho.

Mi segunda tarea ha sido la selección musical en la pista, me toca ser el pinchadiscos. A pesar de lo difícil de complacer a un público de tantas nacionalidades, la concurrencia agarra buen ritmo, la ayuda de Alí con tonos iranís resulta fundamental. La fiesta ha gustado demasiado, el personal está contento, es un festejo digno de recordar y Alfonso está contento con el trabajo en equipo.

Irán es grande, no tanto como México, pero recorrer todo en bici será imposible, así que dejamos las bicis en Teherán y salimos en bus a Isfahan, famosa por sus dos mezquitas y el gran trabajó de azulejos; a la ciudad la divide un arroyo inexistente por la sequía. Hemos caminado unos 15km, no estamos acostumbrados a este ritmo a pata, después de 12 horas, cansados y sin más opciones acabamos comiendo pollo frito en KFZ,una copia de KFC en el barrio armenio.

Me han dado el dato de otros polacos que vienen en bici, Kamil y Veronica, y están en Esfahan. A la cita llegan con Dave, otro ciclista de Bélgica; siempre es agradable compartir historias, momentos y una pizza con biciviajeros.

Esta noche nos encaminamos a Persépolis, el camión nos bota a unos kilómetros de esta antigua ciudad persa. Son las 5 de la mañana, el frío pega, 3 horas maldormidos pero somos los primeros en cruzar su imponente escalera. Podemos admirar lo que queda de esta antigua ciudad, semi destruida por Alejandro Magno. Las inscripciones y los grabados en piedra son admirables, es emocionante visitar este lugar. (Nota: el Shah Mohammad Reza celebró aquí la fiesta más cara de la historia…busquen el video en YouTube).

Estamos agotados, llegamos a Shiraz; el poblado es digno de admirar, el bazar hermoso con techos altísimos, la comida es deliciosa, nos toca un gormezabsi, un platillo con vegetales de hoja, frijol y un poco de carne. Después de una ducha y una siesta, Hamid nuestro anfitrión nos da un recorrido por toda la ciudad, chapuzón en una alberca pública, y para cerrar el día nos toca presenciar el inicio del Ashura, tiempo de luto musulmán, la mayoría de la gente viste de negro y hay ritos de flagelación (ahora simulada) en las que se golpean la espalda con cadenas.

Amanecemos temprano, pues vale la pena visitar la Mezquita rosa en la primeras horas de la mañana, la luz entra de una manera especial por sus vitrales multicolor, el espacio acoge, aunque en media hora el lugar está repleto de turistas.

Vamos de regreso en tren, tardará 13 horas en llegar pero los vagones están súper cómodos, el boleto incluye cama y cena.

Primera tarea al llegar: Embajada turkmena, abren la ventanilla.–¿Pasaportes?

– Aquí tiene

–3 días más

–¿Podemos saber si está autorizada?, ¿La podemos recoger en la frontera o en otra ciudad?

–3 días más les he dicho.

Cierran la ventanilla, y aparece un holandés que sonriente aplicará, aunque dice que a todos los ciclistas que ha conocido últimamente se las han negado.

Resulta difícil aceptar estas forzadas pausas, pero ha cambio nos han tocado cama, brindis, jacuzzis, buena comida y lo más importante lugares interesantes y personas maravillosas.

Nuestros contactos en Kyrgyzstan nos informan que las primeras nevadas empezaron. Ver sus fotos y saber que nos tomará mínimo 20 días estar ahí, solo nos asustan, pensar en temperaturas inferiores a -10º C nos hace preocuparnos de más; es un hecho que la visa Turkmena definirá todo pero empezamos a vislumbrar una mar de opciones en caso de obtener una respuesta negativa: volar a Uzbekistán, abandonar la la ruta del Pamir, pedalear a Pakistán y cruzar a India, hasta Italia consideramos, estamos desesperados.

Con 3 días libres, nos encaminamos a Tabriz, una ciudad al noroeste para pasar el fin de semana, destaca su enorme bazar y unas cuevas que la gente adaptó a manera de vivienda, la Cappadocia persa.

Regreso a Teherán, es la cuarta vez en la embajada turkmena, ¡Nos han dado la visa de tránsito de 5 días! Justo unos minutos después de que nos entreguen los pasaportes con los visados, nos damos cuenta que la fecha especifíca nuestra entrada el 19 de septiembre, pero la vigencia de la visa iraní vence el 18; digamos que tenemos un día muerto. Tendremos que salir el 18 de Irán pero hasta el 19 nos dejarán entrar a Turkmenistán. Dudosos de que hacer, pero sin perder tiempo nos dirigimos a la central de camiones, tendremos que tomar un camión de 1000km a Mashad y de ahí pedalear para poder salir a tiempo de Irán sin multas o represalias.

Llegamos a la terminal. No hay boletos, todos los camiones están llenos; preguntando a un chofer, nos ofrece los únicos dos asientos libres de un autobús próximo a salir. A hurtadillas nos mete por la puerta trasera del camión, un hombre mal encarado nos grita, en persa, nos apresura, diferente a lo acostumbrado las bicis van arriba, no en el compartimento inferior. Las acomoda de mala gana, se ve nervioso y cierra las cortinas para que nadie nos vea… al parecer estos boletos son para su bolsa. Nos indican nuestro asiento y cerramos la pestaña, a lo largo del trayecto ponen cajas pesadas y maletas voluminosas sobre las bicis, entre el sueño y la oscuridad no podemos hacer mucho.

Llegamos después de 14 horas, ahora hay que pedalear 200 km en dos días, ni tiempo da de visitar esta importante ciudad. Comemos el último Abgusht, nuestro platillo favorito (una especie de caldo de cordero similar a la barbacoa que ha resultado perfecto para la energía en la bici).

¡Otro rayo roto! no tengo duda de que la razón son las cajas de anoche. Lo arreglamos y emprendemos ruta, el viento se pone en contra, empieza a atardecer, llevamos 80km, ya no podemos con las piernas pero nos tenemos que apresurar.

Un auto pasa demasiado cerca de mí, intento orillarme pero me caigo. No es grave el impacto, pero el sistema de anclaje de mi alforja derecha está roto, después de una hora y en plena oscuridad hallamos un lugar decente para acampar. Un poco de ingenio y una zapatilla de freno salvan mi mochila. Estamos agotados.

Faltan otros 90km, salimos a la par del sol, regresar al pedaleo me hace sonreír, el paisaje y una pesada subida para arrancar le dan buena vibra al camino, hemos llegado a las 2:00 de la tarde a la ciudad fronteriza. Nos sobran unos cuantos ríales con los que conseguimos ducha.

La frontera cierra a las 4, intencionalmente llegamos 4:30. Pedimos nos dejen pasar pues es el último día autorizado en Irán. Al guardia le da igual la fecha, solo dice: No problem, tomorrow. Dormimos tranquilos,

Cruzar, resulta una odisea del lado turkmeno, un doctor nos toma la temperatura, cobros sospechosos, inspeccionan todo el equipaje con detenimiento y pieza por pieza. Después de 3 horas estamos del otro lado.

Ahora tenemos 5 días para salir de aquí , nada más 458km en este desértico y extraño país.