De Hindustán a Birmania

Treinta días en trescientas palabras.

[diciembre 23 – enero 23]

Bajamos del tren en Siliguri, ascenso de treinta kilómetros, plantaciones de té, caminos boscosos, Emanuel tiene fiebre, pausa necesaria.

24 de diciembre, la familia nepalí que nos acoge ha matado un cerdo para festejar la Nochebuena, Emanuel se ha curado, pedalear, medio litro del caviar de los tés para celebrar cinco mil kilómetros.

Comunidad sustentable, buen vino indio, setas, fermentado de quinoa, árbol navideño improvisado, 25 de diciembre fum fum fum, huertos, composta y arquitectura ecológica.

Llegada a Darjeeling, frío, montañas, contaminación, un tren que parece de juguete, 4×4, madrugadas, el Kangchenjunga, Himalayas, monjes tibetanos, carne de res, turistas indios y locales nepalís.

Pura bajada, curvas cerradas, sonrisas, un río azul, mosquitos, West Bengal y sus divertidos señalamientos viales.

Reservas de elefantes y rinocerontes, mucho bosque, cambio de estado, Assam, primeros campamentos posibles, es otra India, los bomberos nos hacen cancha para dormir.

120km por día, año nuevo, fuegos artificiales, whiskey, uvas, palmeras, lavanderia, seguimos con buen ritmo, otro estado: Nagaland, bambú por doquier, tribus, caminos de grava, montaña y arroz con cerdo diario.

El último estado, Manipur, manifestaciones políticas, camiones, caminos polvosos, un hotel en decadencia, cruce fronterizo.

Myanmar. Bienvenida, tom yom, kyats, cervezas cada kilómetro, postres gelatinosos y té de jazmín.

Wild camps, trópico de cancer, cuatro días sin ducha, sudor, humedad, columpios (abajo, arriba, abajo), puentes de madera, nos encontramos a un viajero de 68 años que viene caminado desde Alemania pero aquí no lo dejaron y una moto policiaca lo está llevando a un hotel.

Mucho arroz, espinacas, leguminosas, germinado, ajo crudo, patatas, col, caldos, vegetales, pescado, verduras, chai instantáneo, brochetas, ¡Aguacates!

Un Buda de más de 100 metros, escupitajos de betel, monasterios, llegada a Mandalay, backpackers por todos lados, oro, pagodas y BBQs chinos.

Bagan. Globos aerostáticos, alberca, tabaco local, pizza, francesas en scooters, atardeceres, ruinas y miles miles de pagodas.


India fue mucho más que esos primeros párrafos, fueron territorios distintos, el que más nos costó fue de Agra a Varanasi, sufrimos las dos semanas en Kolkata y nos refrescamos en el Noreste. Estuvo increíble pero le vendría bien un poco de limpieza a todo el país, aveces la falta de respeto y de educación nos llevó al límite; aún así encontramos personas maravillosas que abrieron su casa para compartir; demostrando que no todo está perdido.

Brincar a Myanmar, fue un respiro, un país lleno de sonrisas, aunque acampar es ilegal, hemos encontrado rincones ocultos que nos han dejado ver las estrellas y sentir esa naturaleza que nos hacía falta.

Van varias ocasiones que los monasterios abren sus puertas para que pasemos la noche; ver a Buda en todas partes, a cientos de monjes, tantos templos y ciertas imágenes del Theravada, me llenan de preguntas aún sin respuesta.

Estamos tomando dos días de vacaciones, el biciviaje también cansa. Bagan está lleno, en Birmania es temporada alta y tanto turista le resta dos rayitas al encanto; aún así… se que soy parte de esto y me doy el lujo de cenar la primera hamburguesa en cinco meses con una cuba libre.